En el corazón de un bosque denso, se erige el majestuoso Day Hill Dome, un lugar donde la naturaleza y el deporte se entrelazan en perfecta armonía. A medida que el sol comienza a asomarse entre los árboles, la cancha se despierta con la energía de los jugadores.
Néstor Lotartaro, cargando un marco de estructura roja y de un metro por 50, avanza con determinación, Juan Carlos Quintero, meticuloso en su labor, mide cada área con sus pasos, asegurándose de que todo esté listo para la preparación física de los jugadores.
Mientras tanto al lado de un toldo, Alex López y Marcelo Santos, con la pasión y la sonrisa que los caracteriza, comienzan a tocar el balón, calentando antes de formar el rondo.
En otro rincón de la cancha, Bryan Róchez, Carlos Argueta, Carlos Meléndez y Javier Arriaga se concentran en sus estiramientos, utilizando los rollos para aflojar los músculos; Edwin Rodríguez, consciente de la importancia del cuidado de la piel por el brillante amanecer, se aplica generosamente protector solar.
Marcio Rivera y Josué Vargas dos de los fisios, con un toque de profesionalismo, atienden a Maylor Flores y Decas con suministros médicos, asegurándose de que estén listos para el entrenamiento.
Pablo Román y Geovany Hernández, en el extremo de la cancha, empiezan a tocar la redonda, mostrando sus habilidades.
El Profe Rueda, figura central del equipo, saca de su mochila la libreta de anotaciones y su marcador rojo, juntándose en un extremo con Alexis Mendoza, repasando meticulosamente los detalles del entrenamiento. Todo esto pasa, mientras de fondo, el canto de las aves resuena como un coro sinfónico, creando una atmósfera casi mágica sobre el terreno de juego.
El entrenamiento comienza oficialmente, Néstor Lotartaro se reúne con los porteros, mientras Juan Carlos Quintero toma el mando del pelotón, los ejercicios inician con sentadillas y movimientos de patinaje con el glúteo, luego los jugadores usan banditas a la altura de la rodilla, combinando sentadillas con flexiones de cadera y aducción, continúan con Jumping Jack, activando cada músculo con precisión.
Finalmente, el ejercicio culmina con un fino golpeo del balón, asegurándose de que cada toque sea preciso y seguro, esta es solo la primera parte del entrenamiento del jueves, un reflejo del compromiso y la dedicación del equipo de todos.
Finalizado el calentamiento, los jugadores se reúnen nuevamente en un rondo, formando un círculo compacto y atento; El Profe Reinaldo Rueda toma el centro del grupo, listo para impartir las instrucciones que guiarán la siguiente fase del entrenamiento, Su voz y presencia impone respeto y concentración entre los jugadores, quienes escuchan con atención cada palabra ante de hacer rodar el balón.
La sesión de trabajo queda a cargo del Profe Rueda, quien, como eje central, dirige cada movimiento con precisión. A su lado, Alexis Mendoza y Geovany Hernández, sus asistentes de confianza, se aseguran de que cada detalle sea ejecutado a la perfección. La coordinación entre ellos es impecable, reflejando una sinergia que solo se consigue con años de experiencia y trabajo en equipo.
Bajo el cielo despejado y rodeados por el susurro del bosque, los jugadores siguen las indicaciones con determinación. La cancha del Day Hill Dome se convierte en un escenario donde la disciplina y la pasión se entrelazan, llevando el entrenamiento a un nivel superior.
Cada ejercicio, cada instrucción, está diseñada para maximizar el rendimiento y fortalecer el espíritu de equipo, para el compromiso contra Ecuador, la precisión y el esfuerzo conjunto se hacen evidentes a medida que el entrenamiento avanza, demostrando que este grupo de jugadores está dispuesto a darlo todo para ser de los escogidos durante el amistoso del próximo.
El Profe Rueda, con su liderazgo, Alexis Mendoza con su ojo voz y entrenamiento pedagógica y Geovany Hernández con su energía contagiosa, logran transformar una simple sesión de entrenamiento en una experiencia enriquecedora y motivadora para todos.